Written by Max Lucado Todavía me rio cuando pienso en el chiste que oí acerca del vigilante que aprendió una rápida lección de pesca. Según parece, él notó cómo un particular sujeto llamado Sam siempre agarraba más peces que los demás. Mientras que los otros pescadores pescaban sólo tres o cuatro peces al día, Sam volvía del lago con el bote lleno. Lanzamiento tras lanzamiento, la red siempre estaba repleta de frescas truchas. El vigilante, curioso, le preguntó a Sam cuál era su secreto. El exitoso pescador lo invitó a que lo acompañara y a que observara. Por lo tanto, la mañana siguiente los dos se encontraron en el muelle y subieron al bote de Sam. Cuando llegaron a la mitad del lago, detuvieron el bote y el vigilante se relajó para ver cómo Sam lo hacía. La actuación de Sam era sencilla. Sacó un taco de dinamita, lo encendió y lo arrojó al aire. La explosión impactó el lago con una fuerza tal que los peces muertos empezaron inmediatamente a flotar en Ia superficie. Sam tiró la red y empezó a recogerlos. Bien, usted puede imaginarse la reacción del vigilante. Cuando se recobró de la sorpresa, empezó a gritarle a Sam. "¡Usted no puede hacer esto! ¡Lo llevaré a la cárcel, compañero! Pagará por todas las multas que hayan en el reglamento!" Mientras tanto, Sam dejó la red en el tondo del bote y sacó otro taco de dinamita. Lo encendió y lo arrojó al mismo tiempo que se dirigía al vigilante con estas palabras: "¿Se va a quedar allí sentado todo el día quejandose, o va a pescar?" El pobre vigilante fue obligado a tomar una rápida decisión. En un segundo fue impelido a cambiar, de un observador a un participante. ¡Allí tenía que tomar una decisión "explosiva", y rápidamente! La vida es parecida a eso. Son pocos los días que pasan desapercibidos, sin que tengamos que enfrentarnos cara a cara con una ininvitada, inespcrada y hasta inevitable decisión. Como un castillo de naipes, estas decisiones nos hacen desplomar sin ninguna advertencia. Nos desorientan y confunden. Rápidamente. Inmediatamente. De repente. Sin consejo, ni estudio, ni aviso. ¡Paf! De una manera repentina usted es lanzado al aire de la incertidumbre, y sólo el instinto determinará si usted aterrizará de pie. ¿Quiere un buen ejemplo? Observe a los tres apóstoles en el jardín. Suena como si duermen. Cansados por una abundante cena y por una ocupada semana, con los párpados demasiado pesados, son despertados por Jesús sólo para caer de nuevo en la tierra de los sueños. La última vez, sin embargo, son despertados por Jesús y el retintín de espadas, el brillo de las antorchas y las ruidosas voces. "¡Allá esta!" "¡Agarrenlo!" Un alarido. Un beso. Un arrastrar de pies. Una pequena escaramuza. De repcnte todo es tiempo de decisión. Sin tiempo para conferenciar. 0 para orar. 0 para meditar o consultar con amigos. Decisión. Pedro lo hizo. Saca la espada. Cae la oreja. Jesús lo recrimina. ¿Ahora qué? Marcos, quien aparentemente fue un joven testigo, escribió estas palabras: "Entonces todos los discípulos, dejándole, huyeron". Esa es una forma delicada de decir que ellos corrieron como ratones asustados. ¿todos ellos? Todos ellos. ¿También Pedro? Si; también Pedro. ¿Santiago? Si; Santiago. ¿Juan? ¿Juan, el amado? Si; Juan también huyó. Todos lo hicieron. La decision les vino como un fantasma de "halloween", y escaparon rápidamente. Lo único que era más veloz que sus pies era su pulso. Todas aquellas palabras de lealtad y compromiso fueron dejadas atrás como una nube de polvo. Pero antes que juzguemos muy duramente a estos "seguidores velocistas", analicémonos a nosotros mismos. Posibiemente usted mismo haya estado en el jardín de la decisión unas pocas veces. ¿Se ha visto desafiada su lealtad? ¿Ha pasado alguna vez por esta trampa del demonio? Para el adolescente podría ser un hecho sin importancia. Para el comerciante podría ser la oportunidad de hacerse a un poco de dinero efectivo "por debajo de la mesa". Para la esposa podría constituir una oportunidad de dar un "par de mordidas" al jugoso chisme. Para el estudiante podria ser la oportunidad de mejorar su calificación mirando el examen de su compañero. Para el esposo podría significar un impulso de alterarse frente a los gastos de su esposa. En un minuto nos encontramos hablando de pesca en un pacífico bote en el lago, y en el siguiente tenemos un taco de dinamita en las manos. Más a menudo de lo que parece, el final resulta ser una catástrofe. En vez de desconectar tranquilamente la bomba, la dejamos explotar. Nos encontramos haciendo justamcnte aquello que detestamos. Nuestro yo niño nos impulsa hacia adelante; incontrolados y sin freno, y nuestro yo adulto nos sigue desde atrás, meneando Ia cabeza. Ahora, no necesariamente tiene que ser así. Jesús no se aterrorizó. El oyó también las espadas y vio los garrotes, pero no perdió a cabeza. ¡Y ésa era la cabeza que los romanos querian! Releyendo la escena del jardín podemos darnos cuenta por qué. Un juicio emitido por nuestro Maestro nos ofrece dos herramientas básicas para mantenernos con frialdad en medio del calor de una decisión. "Velad y orad para que no entréis en tentación". La primera herramienta es: "Velad". No les llegó nada más práctico que esto. Velad. Permaneced alerta. Mantengan abiertos los ojos. Cuando vea venir el pecado. evitelo. Cuando anticipe un encuentro peligroso, vuélvase. Cuando sienta tentación, tome otro camino. Todo lo que Jesús está diciendo es: "¡ Presten atenciOn!" Usted conoce sus debilidades. Además conoce las situaciones en las cuales sus debilidades son más vulnerables. Manténgase alejado de aquellas situaciones. Asientos traseros. Horas avanzadas. Clubes nocturnos. Juegos de poker. Partidas de Bridge.Teatros. Ciertas películas. Cualquier cosa que Ie dé entrada a Satanás en su vida, manténgase alejado de aquello. ¡ Tenga cuidado! La segunda herramienta es: "Orar". Pero orar no es decirle a Dios nada nuevo. No hay ningún pecador ni un santo que pueda sorprenderlo. Lo que hace la oración es invitar a Dios a caminar con nosotros los sombreados senderos de la vida. Orar es pedir a Dios que mire adelante de nosotros para ver si hay árboles caídos o peñascos derribados y ayudamos a pasarlos, guardando nuestra espalda de los dardos de fuego del maligno. "Velad y orad". Buen consejo. Aceptémoslo. Podría ser la diferencia entre un día tranquilo en el lago y un taco de dinamita explotando en nuestra cara.
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