domingo, 28 de octubre de 2007

[aequus] COMO TODOS LOS LUNES

Quiero pedirles disculpas por no poder enviarles este lunes el sermón de Monseñor Medardo Gomez, Obispo Luterano de El Salvador, como les había prometido. Se debe a que la grabación no ha llegado a mis manos aun. Pero, como lo prometido es deuda, lo haré en cuanto me llegue.
 
Ayer fue Domingo de la Reforma en todas las iglesias históricas, con excepción de la Católica Romana, obviamente. El Leccionario Común nos presentó para este domingo el Evangelio según San Juan, capítulo 8:31-34:
 
 31Jesús se dirigió entonces a los judíos que habían creído en él, y les dijo:
  —Si se mantienen fieles a mis enseñanzas, serán realmente mis discípulos; 32y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres.
33—Nosotros somos descendientes de Abraham —le contestaron—, y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo puedes decir que seremos liberados?
34—Ciertamente les aseguro que todo el que peca es esclavo del pecado —respondió Jesús—. 35Ahora bien, el esclavo no se queda para siempre en la familia; pero el hijo sí se queda en ella para siempre. 36Así que si el Hijo los libera, serán ustedes verdaderamente libres.
 
Lo interesante es que cuando San Juan se refiere a los judíos en su evangelio, se refiere a la elite religiosa que controlaba la vida espiritual de los judíos de ese tiempo. Jesús enfrenta a estos líderes religiosos con la dramática verdad de que la religión estaba "cautiva y no traía la libertad a nadie". Dos palabras son claves en este pasaje: Verdad y Libertad. ¡Que palabras!
 
¡La verdad! ¿Qué es la verdad?! gritó exasperado Poncio Pilatos cuando juzgaba a Jesús, incapaz de entender la dimensión de la naturaleza del "Reo". No encajaba en el diálogo. Pilatos quería entender al Nazareno desde sus conceptos de verdades temporales;
mientras Jesús se presentaba así mismo como la encarnación de La Verdad absoluta.
 
Naturalmente, está afirmación incomoda a mis amigos y amigas no
creyentes. Naturalmente también, esta declaración la avalo con el
ejercicio de la fe, sine qua non. No quiero sonar intransigente ni arrogante, pero precisamente esa Verdad era tan tal, que en su condición de reo impotente ante la fuerza del poder temporal, Jesús brillaba con destellos que solo podemos ver con los ojos de la fe. Pilatos no tenía la menor idea de quien se trataba cuando presento a Jesús con su famosa exclamación "he aquí el hombre", ¡El Hombre!  
 
Pero, ¿de que verdad estoy hablando?  De esa que todos buscamos en nuestra angustia existencial, entre los decires  de la filosofía, la teología y la lógica. Y concluimos que es más fácil aceptar la verdad como un concepto o conceptos, que como una Persona. Conceptos que al final no son concluyentes y nos dejan flotando en la neblina mórbida del pensamiento y la elucubración; viendo chispas aquí y destellos allá, que atizan una corriente de moda hasta que aparezca otra.
 
No reniego de ningún arte del pensar humano, ni quiero simplificar un problema inmenso, por no decir inconmensurable. La humanidad nos ha regalado con mentes brillantes que han dado mucha luz al camino de la humanidad. Desde antiguo tenemos datos de la preocupación del ser humano por entender la razón de la existencia, del sentido de la vida. Tampoco quiero presumir de filósofo, teólogo—aunque lo soy en el más sencillo sentido de la palabra—ni lógico. Simple y llanamente quiero dar testimonio de mi encuentro con la Verdad. ¿Qué más puede querer un hombre o una mujer que encontrar el sentido de su vida, el propósito de sus afanes y la razón de sus luchas? Yo repito como Pilatos, pero con un sentido trascendentalmente diferente: He aquí el hombre,  y es Jesús de Nazaret.  
 
La verdad nos lleva a la libertad. La libertad es el don más precioso que Dios ha regalado a la humanidad. Al darnos la libertad Dios se hizo vulnerable al ser humano, a riesgo de ser victima de su indiferencia y desprecio.  Pero haciendo mal uso de esa libertad, la humanidad construyó y sigue construyendo cadenas pesadas, barreras insensibles, diferencias irracionales; volviéndose esclavo de todo y libre de nada. Jesús de Nazaret nos confronta a esa verdad y nos ofrece la libertad que es consecuencia de la Verdad. Y cuando el hombre y la mujer encuentran esa Verdad, se dan cuenta que: "El cristiano es libre señor de todas las cosas y no está sujeto a nadie. El cristiano es servidor de todas las cosas y está supeditado a todos." Este postulado de Martin Lutero, nos pone en claro que la libertad no es una licencia para hacer lo que nos da la regalada gana, sino una virtud paradójica que no se usa para el bienestar egoísta de un persona o una comunidad o un pueblo, sino para el bienestar de toda la humanidad. Esa es la libertad con la que Jesús de Nazaret escogió libremente asumir el reto de la cruz, en la que demostró toda su gloria.
 
Por la Verdad y la Libertad.
 
Pablo B. Espinoza



¡Capacidad ilimitada de almacenamiento en tu correo!
No te preocupes más por el espacio de tu cuenta con Correo Yahoo!:
http://correo.espanol.yahoo.com/

__._,_.___
Trabajamos para fortalecer el liderazgo de la Comunidad Evangélica
Recent Activity
Visit Your Group
Popular Y! Groups

Is your group one?

Check it out and

see.

HDTV Support

on Yahoo! Groups

Help with Samsung

HDTVs and devices

Summer Shape-up

on Yahoo! Groups

Trade weight loss

and swimsuit tips.

.

__,_._,___

No hay comentarios: