EL OTRO SENDERO
El 1986; cuando aún era presidente Fernando Belaunde y el joven Alan García se preparaba para ganar las elecciones en 1990; el Perú estaba a punto de colapsar por una hiperinflación descomunal y un Sendero Luminoso que hablaba ya del "equilibrio estratégico", tratando de comparar su capacidad bélica con la del estado formal. La informalidad campeaba y el estado no sólo no estaba en capacidad de ofrecer los servicios básicos que eran de su responsabilidad sino que además entorpecía todas las pocas pequeñas iniciativas con sus enredados, múltiples y repetitivos trámites burocráticos que manejaban una manga de funcionarios indiferentes con los ciudadanos que acudían ante ellos. El contrabando era incontrolable y los mercantilistas se hacían exitosos empresarios gracias a las comisiones (coimas) que tenían que pagar probablemente a algún ministro o a un alto funcionario del gobierno por el favor que le concedían a cada uno de sus negocios.
De pronto apareció un estudio muy analítico, enriquecido con simulación de trámites para demostrar cuan pesado era formalizarse en el Perú. Se llegó a ponderar los tiempos y a juntar metros con todos los documentos exigibles para iniciar cualquier negocio o empresa. Eran tiempos de pesadilla para quienes tenían algún entusiasmo por hacer patria en medio de las bombas, los secuestros, paros armados y la incertidumbre reinante.
El libro señala al ingenio nacional, capaz de sobrevivir las adversidades que venían del mismo estado y demostrando también que la inversión de los informales superaba grandemente a los del estado y que, en medio del desconocimiento (de mercadotecnia, marketing o economía) los peruanos, sobre todo de los que habitaban cerca de las fronteras, con su muñeca y su buen ojo por los negocios, se hacían tan exitosos como los empresarios de escuela (que por entonces eran muy escasos).
"El otro Sendero" de Hernando de Soto, el ahora muy famoso economista, traspasó nuestras fronteras y sus consejos son frecuentemente escuchados hoy alrededor del mundo en lugares que ni imaginamos. Desde Londres, Mario Vargas Llosa le escribió el prólogo y ambos, como libertarios, defienden el libre mercado, oponiéndose a todo mercantilismo y a enredos legales que hacen imposible la formalización de cualquier empresa e imposibilitan el libre desenvolvimiento del hombre, su propiedad y sus ideas.
Hernando de Soto y "El Misterio del Capital", su otra obra, no tiene aún comparación en nuestros tiempos y, entre los círculos en los que se desenvuelve, le auguran el cenit a un auténtico innovador de talla universal.
Manuel A. Gago
Lima, Abril 29 del 2011
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