Después de meses de discusión, hoy el Congreso aprobó el Proyecto de Ley de Igualdad Religiosa. Mucho se ha dicho a favor y en contra, pero ahora es tiempo de pensar qué continua en la agenda de Dios.
La alegría que sentí porque el proyecto se aprobó por unanimidad se esfumó en un instante al tomar conocimiento que algunos creen que hay que "luchar" para impedir que este proyecto se promulgue. Ellos entienden que aceptar este proyecto equivale a traicionar nuestros principios, venderse por un plato de lentejas y permitir el abuso de la Iglesia Católica. Ellos solo merecen mi respeto y fraternidad; aunque en realidad "ser respetuosos y fraternos" no es especial porque así es cómo deben ser las relaciones cristianas.
¿Qué debemos hacer? Escribo estas líneas porque amo a la iglesia y creo que es hora de considerar cuáles y dónde debemos gastar nuestras energías. Definitivamente, creo que "luchar" por nuestros derechos es loable pero innecesario. Pienso que nuestras fuerzas (que en sentido real, no son nuestras sino de Dios) deben usarse en el cumplimiento de la tarea que recibimos de parte de nuestro Señor y no en defendernos ante el abuso o atropello.
El tema de los abusos y atropellos no son novedad en la historia cristiana, hemos convivido con ellos desde el comienzo y seguiremos enfrentándolos mientras demore la Segunda Venida. Entonces, qué hacer: Propongo concentrarnos en cómo cumplir nuestra tarea, dejar que Dios sea nuestro defensor, recuperar la unidad y confiar que si seguimos avanzando en extender el Reino, seguramente hallaremos gracia delante de Dios y de los hombres.
Por estos breves pensamientos, permítanme suplicarles en el amor de Jesús que dejemos la discusión atrás, que miremos cómo evangelizar, discipular e influenciar; en otras palabras: es hora de avanzar y no pelear.
En Jesús,
Pastor Miguel Bardales
P.D. He comprobado que muchas veces, opiniones y sugerencias se convierten en motivo de discusiones y apasionamientos subidos de tono. No es mi intención generar discusión, solo deseo provocar en la mente y corazón de nuestros lectores un momento de reflexión.
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