Sr Alvan
Gracias por enviar su opiniòn, quiero replicar a mi vez:
No he dicho que sea el fin del capitalismo, al contrario, hago claro que, si no se presenta una alternativa, los pueblos vuelven a los mismos errores. Por ejemplo, varias naciones europeas estàn nuevamente alzando la bandera socialista... aunque nadie haya definido el tipo de "socialismo" que se enarbola hoy. Lo que he dicho es que esa idealizaciòn de esquema como libertario, componente de una democracia tambièn idealizada de paìses que han sido muy poderosos en los ùltimos 100 años, ha mostrado al fin su verdadera cara y su gran edificcaciòn se ha derrumbado. Si no enseñamos que esto tiene un caràcter moral, y que tampoco tiene asidero, ni ideològico, ni cientìfico, ni buenso resultados, se repetirà, porque es un esquema inmoral, una tendencia humana egoìsta.
En Segundo lugar, el efecto cìclico de las ideas que ud menciona es un concepto muy cercano a la visiòn dialèctica, que el Cristianismo neutraliza cuando sus ideas son seguidas. Las naciones con un trasfondo y herencia cultural en las que los elementos bìblicos han tenido un rol son mucho màs estables y no siguen ese movimiento cìclico, tìpico del pensar dialèctico, el cual no es cientìfico. Justamente, la idea de que los asuntos de polìtica y economìa tienen que ir en evoluciòn, buscando nuevas sìntesis, es totalmente contraria al pensamiento antitètico, basado en absolutos del Cristianismo. Si la iglesia se dedicara a enseñar, muchas màs sociedades encontrarìan un punto equilibrado, equitativo en sus esquemas, eliminando la "evoluciòn", que ignora el factor moral y anula la posibilidad de decirles a las sociedades que el cambio social y el progreso son asunto de impulso moral, en primer lugar, y de conocer el pensamiento bìblico COMPLETO, en segundo lugar. Por ejemplo, ud menciona el endeudamiento indiscriminado, y es bien sabido que los cristianos tambièn son asiduos de la mica (las tarjetas de crèdito), lo que, en parte, ademàs de corresponder a la actitud de codicia (10mo mandamiento, conswumismo, materialismo en medio de la igelsia, admiraciòn por el tener, pretensiònes etec etc) responde tambièn a la falta de instrucciòn bìblica, que promueve el crèdito de inversiòn productivo, para poner a todo ciudadano en el escalafòn de la productividad, y no el de consumo.
Varias otras cosas que ud menciona son tambièn debidas a un desconocimiento del esquema bìblico de sociedad, no son "ciclos evolutivos propios de la raza humana". Y menciona ud crisis tìpicas del pecado cultural y falta de conocimiento d bvarias sociedades. Son problemas causados por la ignorancia (POr falta de conocinmiento mi pueblo perece" dice Dios) y remediables por la educaciòn, que es lo que he dicho, està faltando a todas luces.
Atentamente
Ana Roncal
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From: aalvan@minem.gob.pe
Date: Fri, 17 Apr 2009 12:00:10 -0500
Subject: RE: [aequus] CRISIS GLOBAL Y CRISTIANISMO
No creo que la crisis económica y financiera actual deba ser interpretada como el fin del capitalismo. Los ciclos económicos siempre han existido: tiempos de auge y de recesión. Los errores cometidos deben llevar a los hacedores de política económica a prevenir situaciones donde políticas laxas y falta de regulación han permitido que se cometan los excesos que se han desencadenado la crisis: otorgamiento de créditos bancarios sin las debidas garantías (subprime), burbuja inmobiliaria, emisión de activos financieros tóxicos, etc. La historia contemporánea reciente nos ha hecho testigos de otras crisis como la crisis de las acciones punto com la crisis mexicana (efecto tequila), la crisis rusa y la crisis asiática a en los noventas, la crisis de la deuda en los ochentas, el shock del petróleo en los setentas, la gran depresión en los treintas, etc. Todo el mundo se ve afectado por estas crisis, hasta los que no conocen de economía, y este efecto contagio se ha hecho mas patente en momentos como el actual en que la globalización financiera y económica es una realidad, los mecanismos de transmisión de la crisis funcionan más rápidamente. Desde nuestra PC en casa podemos comprar acciones de USA, invertir en commodities asiáticos, especular con bonos europeos y tener participación en un fondo mutuo latinoamericano. Pero no todo es culpa de los gobiernos, agencias públicas y organismos supranacionales, hay una contraparte, somos nosotros: consumidores, empresarios, inversionistas, ciudadanos de a pie quienes nos endeudamos mas de la cuenta, compramos activos financieros asumiendo mayores riesgos a cambio de mayores rendimientos, invertimos en ampliar la capacidad de planta de la empresa pero el mercado no compra mas de mi producto y luego nos stockeamos, etc. Tomamos decisiones económicas todo el tiempo, pero nadie nos ha enseñado a hacerlo de acuerdo a principios sólidos, la Biblia nos provee de muchos principios, indudablemente la sabiduría de Dios transciende todas las épocas y sigue siendo relevante, pero además es necesario conocer como funciona la economía desde un punto de vista microeconómico hasta los niveles macro, fundamentos financieros, hay una racionalidad detrás de esos modelos. Pero como toda ciencia es dinámica y todo el tiempo está observando y teorizando, proponiendo respuestas y tratando de explicar las desviaciones respecto a lo pronosticado. No es una ciencia exacta, es una ciencia social y eso lo hace más compleja todavía. Las soluciones del ayer no se pueden aplicar a los problemas de hoy, hay que buscar nuevas respuestas, ensayar, evaluar los resultados, una y otra vez. Pero la ciencia se apoya en el conocimiento anterior, nunca se trata de empezar de cero, no todo lo anterior esta mal, no hay que inventar la rueda nuevamente, se trata de ser selectivo y revisar que es lo que no funciona en el modelo y con que elementos si me puedo quedar. En conclusión, creo que si es un excelente momento para poner en alto los principios bíblicos y predicarlos con pasión y convicción porque se trata de la verdad revelada de Dios, pero no creo que para ello sea necesario caer en una perspectiva reduccionista e interpretar los acontecimientos actuales como el fin de capitalismo. Hay muchas cosas rescatables del sistema capitalista, en especial la promoción del espíritu emprendedor y la consideración del trabajo como fuente primaria de la riqueza de las naciones. Es mi humilde opinión con los elementos de juicio disponibles.
Augusto Alván
De: aequus@yahoogroups.com [mailto:aequus@yahoogroups.com] En nombre de Ana Roncal Villanueva
Enviado el: Jueves, 16 de Abril de 2009 12:47 p.m.
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Asunto: [aequus] CRISIS GLOBAL Y CRISTIANISMO
CRISIS GLOBAL Y CRISTIANISMO
Los cristianos, cual sea la denominación a la que pertenecemos, estamos viendo y viviendo un tiempo no sólo tremendo por la magnitud de acontecimientos (globalización, crisis financiera mundial, terrorismo e inseguridad internacionales, brechas entre ricos y pobres), sino uno de sin igual oportunidad para "discipular naciones" (Mateo 28.19-20). Y una vez más, para ubicarnos en nuestro rol apropiadamente, debemos reconocer que la oportunidad no está dada por acción humana. Sólo debido a la sabiduría y el poder de Dios podemos explicarnos el que las más grandes mentiras humanistas de la historia se hayan derrumbado estrepitosamente. Hace dos décadas, cuando la falacia de la ideología marxista mostró toda su ineficacia, pareció natural a muchos que así fuera. Y los países "detrás de la cortina" tuvieron que abrazar, más lenta o más rápidamente, el cambio, enfocando hacia donde las cosas estuvieran, no perfectas, sino al menos mejor, al mundo capitalista. Al menos ese mundo creaba riqueza, al menos permitía crecer, con desigualdades y todo su egoísmo, al menos se puede repartir migajas…
¿Quién hubiera podido imaginar la caída del capitalismo? ¡Y de què manera! No sabíamos cómo podía ser, quizá los más ansiosos en entender y explicar bíblicamente las cosas discernían las falacias, pero no discerníamos del todo. Aunque estaba ante nuestros ojos, no terminàbamos de discernir: La fuga de capitales nacionales al monstruo de las bolsas americanas y europeas, veíamos esa tremenda mentira de las inversiones en bolsa, de las extravagantes hipotecas, presenciàbamos toda esa escena inseguros, y no sabíamos en dónde acababa, y si algún día lo haría. Y aún pretende levantarse. Aún las emisoras de televisión nos pasan las imágenes, ahora indudablemente odiosas, de la especulación financiera y sus expectativas de negocio, por ahora pálidas. Y eso nos llama a reflexionar y actuar.
Encuentro que uno de los puntos más viciados al enseñar cualquier disciplina dentro de las Ciencias Sociales (Ciencia Política, Sociología y todas las relacionadas) es explicar en donde se hallan los cuellos de botella, los lugares àlgidos no solucionados de los problemas sociales. La caída del capitalismo ha facilitado una respuesta. La acumulación será grandiosa, pero la montaña al fin llega a derrumbarse. Sin afán acumulativo, ¿qué queda? Un esquema equitativo de capital. Y este corresponde a una sociedad con un determinado fundamento ideológico, moral, y político, en el cual lo económico es el último –pero por supuesto, no menos importante- eslabón. Nada menos que el esquema bíblico de sociedad.
Aquí es donde se aclara el problema educativo. Siempre se habla de la educación, pero el discurso enfoca en dar una educación pública, ya fracasada, más que en el cambio de contenidos. La educación es importante porque sin ella, sin definir su contenido (desde su vertiente ideológica hasta sus instrumentos programáticos) las sociedades están condenadas, entre otros, a la repetición de los errores del pasado. Tenemos entonces el desafío a una tarea: Poner sobre el tapete la incongruencia de la educación actual y presentar una propuesta, no de una visión religiosa, sino racional y congruente con la realidad. Y las condiciones están dadas para facilitar esa visión. Hoy en día nadie duda que el crédito debe democratizarse, que el estado debe racionalizarse…. etc y etc. Debemos dar a todo ese pensamiento invertebrado de soluciones tipo parche un fundamento y una coherencia, la que el pensamiento bìblico tiene. Todas las falacias han caído.
Jesús nos mandó enseñar. Es tiempo de hacerlo.
Ana Roncal
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José Colchado Añazco