Estimados Hermanos:
He leído con atención los comentarios del Dr. José Luis Pérez, y como especialista en Marketing Político, Publicista y Director de Comunicación de Campaña del Ps. Humberto Lay, del Partido Restauración Nacional y de 25 candidatos congresales, discrepo con la fácil conclusión del fracaso, sin inferir cuáles fueron realmente los objetivos de marketing de esta campaña.
Desde un principio se estableció que para obtener un 20% de intención de voto, que permita tentar la 2da. vuelta, y dadas las tendencias de crecimiento del contexto competitivo electoral, el traspaso constante de la intención de voto entre sólo 3 candidatos (además del 20% histórico del Apra), se requería de un esfuerzo masivo de comunicación que pueda persuadir de la garantía de una gestión transparente, honesta y eficiente (…Un Presidente de Verdad! ), promesa electoral respaldada por el 1er. atributo esperado por el elector, gracias a la corrupción generalizada de los últimos gobiernos y la frívola gestión del inmediato anterior. Es decir, las condiciones estaban dadas y el terreno fértil para la siembra del discurso o promesa electoral.
Sin embargo, al prever que la escasez de recursos fue la 1ra. barrera de comunicación masiva, que pudieran generar el branding político (LAY = marca desconocida) y la ejecución de la Estrategia Creativa, se estableció por escrito y muchos meses antes de las elecciones, que el 5% sería nuestra meta. Un mes antes, corregimos dichos objetivos a un 4.5%, dado el comportamiento de intención de voto, siendo una estimación que muchos del partido no compartieron. Pero los números, no mienten y resultó finalmente con una votación del 4.4%, suficiente para pasar la valla electoral.
En tal sentido, haber estimado con antelación y logrado los objetivos definidos, dicha campaña fue un rotundo éxito. Porque hoy, en Marketing Político hay un axioma: Sin TV, es imposible ganar, porque no podemos ingresar a los hogares y que al mismo tiempo permite las corrientes de opinión, genera el boca a boca, etc.
Pero sí, es cierto, que en el mercado evangélico la campaña fue un fracaso. Las cifras que detalla J. L. Pérez, son las mismas que manejamos en los cálculos, pero se estimó también que "promoverse" como Pastor, iba a generar algunas resistencias al voto evangélico, dada las condiciones "sucias" de la carrera política en aquel contexto. Y por el contrario, beneficiaba al voto laico, siendo más fácil crecer del % mayor. Por eso, se recomendó el título de Arquitecto (lo de Pastor se iba a encargar la prensa), ya que coadyuvaba al carácter re constructor o restaurador de la gestión política, económica y de la Nación en general. Pero hubieron algunos reclamos de grupos evangélicos -cautivos- , del interior, que sentían como una "renuncia" a su vocación cristiana y a su Misión como Pastor. Se optó por cambiar innecesariamente al prefijo Ps. Humberto Lay a mitad de campaña, lo que agudizó el tema de la separación de misión pastoral y política. Como ejemplo cercano tenemos a Paraguay, donde Fernando Lugo jamás utilizó su título eclesiástico en su discurso, ya que eso se hace público sin mayor esfuerzo, y sólo ayuda como garantía de propuesta.
De hecho, si el Arq. Lay hubiera tenido el apoyo financiero que permita aparecer con relevantes y atractivos Spots de TV (las entrevistas políticas no necesariamente persuaden, por carecer de elementos motivadores)
Pero Dios no lo quiso esta vez, y el pueblo… prácticamente ni se enteró.
Bendiciones a todos!
Eduardo A. Núñez
De: aequus@yahoogroups.
Enviado el: martes, 12 de enero de 2010 10:59 p.m.
Para: AEQUUS GROUP
Asunto: [aequus] Humberto Lay: ¿éxito o fracaso?
| Tomado del Instituto de Estudios Social Cristianos ENTREVISTA CON JOSÉ LUIS PÉREZ G. Humberto Lay: ¿éxito o fracaso? El sociólogo y magíster en teología, José Luis Pérez Guadalupe, autor del libro "Baja a Dios de las nubes" (2004), reflexiona con absoluta franqueza y lucidez sobre la participación del pastor Humberto Lay en las recientes elecciones generales. Por Carlos batalla ¿El desempeño político de los evangélicos a través de la candidatura de Humberto Lay ha sido sorpresivo? El mundo evangélico y la política en América Latina siempre han estado relacionados, desde que llegó al Perú Diego Thompson (1775-1854) e inició el proyecto lancasteriano educativo, durante el periodo sanmartiniano. Es decir, la República nació con un proyecto protestante. Otro ejemplo es el del misionero presbiteriano John Mackay, quien mantuvo una profunda amistad con el líder aprista Víctor Raúl Haya de la Torre. Y Haya lo dijo: yo leí la Biblia por un protestante. Entonces hay una relación muy antigua entre los apristas y el mundo evangélico. Ahora bien, la participación de este sector en la sociedad ha sido vasta, se ha insertado en distintas cosas, pero hoy ha llegado a un punto clave: es la primera vez que se ha constituido un partido político confesional. ¿Qué trascendencia tiene ese hecho? Lo que pasa es que los evangélicos ya han venido participando de la política, como es el caso del actual congresista Walter Alejos y otros dos parlamentarios más, y antes apoyaron la elección de Fujimori. Además, es importante decirlo, hubo 120 candidatos evangélicos en 13 partidos diferentes. De estos 120, treinta fueron pastores evangélicos. Todo esto es un hito, porque es la primera vez que se forma un partido evangélico, y hay un número considerable de candidatos hermanos en diferentes partidos políticos. Esto tiene la trascendencia de un quiebre. ¿Un quiebre político, pero también espiritual? Mira, se rompe con el mito antiguo de que los cristianos no participan de la política, porque ésta es mundana y sucia. Ese era un discurso muy pentecostal. Debemos considerar que los pentecostales en el Perú y en América Latina son el 76%, es decir, las tres cuartas partes del evangelismo en toda Latinoamérica, y el Perú está en esa línea. Ese quiebre puede parecer un logro, ¿pero, lo es de verdad? Si lo vemos por el lado positivo, lo es, pues se ha roto con la apatía política de los evangélicos, se ha formado un partido confesional, y han pasado la valla congresal de 4%, gozando así de representació ¿Cuál es el lado negativo? Veamos: la población evangélica en el Perú es más o menos un 13.7%. Hay cerca de 3'600,000 evangélicos; digamos que si restamos a los omisos, adolescentes, niños, gente que no vota, quedaría casi la mitad de la comunidad, estamos hablando de 1'800,000 votos potenciales que debió tener Lay. ¿Cuántos ha obtenido? Poco más de 400 mil. Ni la cuarta parte de lo que debió sacar. Esa es la otra cara de la moneda. Viendo así las cosas, ¿ha ganado Lay? No, porque no ha conseguido el apoyo mayoritario de sus potenciales electores: la comunidad evangélica. Por ese lado, ha sido un fracaso. ¿Cómo está constituida la comunidad evangélica? El 69% de los evangélicos peruanos es pentecostal tradicional, el 7% es neopentecostal o carismático, y el resto, el 24% no es de ese grupo. Humberto Lay pertenece a ese 7% neopentecostal. Él funda la Iglesia Emmanuel, que es una escisión de la Alianza Cristiana y Misionera, que son iglesias de clase media y alta, y siguen el camino de la "Teología de la Prosperidad", con la cual llegan a otro nivel, ya no al pentecostal pobre sino al empresario emprendedor, al yuppie con Biblia. En su lista congresal de Lima estuvieron, por ejemplo, gente de "Camino de Vida", "Agua Viva", "Emmanuel", "Alianza Cristiana y Misionera", "Yo Soy", es decir, en la línea carismática-pentecos El pastor Lay ha obtenido poco más del 4%, ¿cree usted que este nuevo partido superará ese porcentaje, o ya encontró su techo político-electoral? En el Perú todo es posible. Que pueda llegar al espectro mayor del evangelismo, sí, siempre y cuando represente a una causa que sea común a todos los evangélicos, algo que no se ha dado en estas elecciones, puesto que primaron las diferencias internas. Tendría que cambiar su discurso. Él está jugando como pastor y como político. Como el primero, representa sólo a una línea dentro del evangelismo, y la gente votó en su lista más por los pastores que por los hermanos. La autoridad de los pastores prevaleció. No la de los políticos. Se ha jugado con la identidad y el prestigio del pastor. Por eso la gente que no ve con buenos ojos a Lay como pastor, no ha votado por él. Siendo evangélicos pesaron más las "fobias" que las "filias". Por todo ello vuelvo a decir: para ser un voto confesional, el 4% ha sido un fracaso. Ese fracaso sería de su participación en el sistema político tradicional, pero su presencia puede distinguirse también en una esfera social comunitaria. ¿En ese plano, su aporte es mayor a ese 4% electoral? No creo. El proceso de adaptación, de aterrizaje de las iglesias evangélicas todavía no está bien asentado. Hay de hecho un evangelio social, un pensamiento social evangélico, que está centrado más en lo social, en paralelo si quieres a la Teología de la Liberación. Pero no es la reinante. No es la primordial. En todo caso, aquí no lo ha sido tanto como en Centroamérica. Ahora bien, eso no fue lo más importante en el espíritu evangélico, lo más interesante sobre todo en la línea pentecostal ha sido evangelizar y salvar almas. ¿Diría que el evangelismo está en un proceso lento de politización? Exactamente… En una etapa de transición… Porque en otros países, como Brasil, ya existe desde hace años una "bancada evangélica". Esa es otra cosa, allá tienen partidos evangélicos, ponen a sus diputados. En el Perú hay que entender que se trata de un primer paso importante; pero no diría que ha sido un avance trascendental, como ha querido verse desde fuera y en los medios de comunicación. ¿Por qué cree que se decidió romper con el mito de la no politización de los evangélicos?, ¿es factible pensar en la búsqueda de un protagonismo? Hay hasta tres sentidos allí. Como bien dices, lo primero es un sentido de reivindicació |
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